Lisboa
Es muy usual toparse con el adjetivo “decadente” al leer alguna descripción de Lisboa (de Portugal, en general), pero todos los que la conocemos sabemos que si, sus fachadas están deterioradas y envejecidas, pero hay mucho más que eso. Lisboa es una ciudad fascinante, por encima de su 𝘴𝘢𝘶𝘥𝘢𝘥𝘦. La gente es encantadora, el buen gusto se impone y la comida ¡para chuparse los dedos! Aquí les van mis recomendaciones:
Callejear por la zona de la Baixa, llegar al elevador de Santa justa, que conecta la parte baja de la ciudad con el Barrio Alto
Subir al centenario tranvía para llegar al punto más alto de la ciudad
Visitar la Sé Cathedral y la Iglesia de Santo Antonio y luego contemplar las vistas del Río Tajo desde el Mirador de Santa Luzia
Perderse en el barrio Alfama, el más fotogénico y autóctono de la ciudad
Visitar el Castillo de San Jorge, un verdadero oasis que corona la parte antigua
Trasladarse a la zona de Belém, visitar su torre, el Monasterio de los Jerónimos, el Museo de los Descubrimientos y sin falta probar los famosos pasteles de nata en la Antigua Confeitaria.
Pasear por la Avenida de Liberdade y contemplar las casas señoriales, los hoteles lujosos y las vitrinas de diseñador.
Imposible perderse la Plaza de los Restauradores y sentarse a tomar una ginjinha, bebida popular a base de cerezas y aguardiente.
Es un sitio ideal para ir de compras por lo original e impecable de sus diseños: LX Factory, Embaixada LX, Librería Bertrand (de las más antiguas de Europa), Librería Lea Devagar (de las más bonitas del mundo), A Vida Portuguesa (jabones Claus Porto, Ach Brito, Castebel y Portus Cale; y más), Conserveira de Lisboa (las sardinas son lo más típico).
Fundación Gulbenkian y ver la exposición que les pille, sus jardines son de los más bonitos de la ciudad. El Museo Nacional de Azulejos, el Jardim de Ajuda y el MUDE museu.